La Fundación Laboral de la Construcción encontró el lugar más propicio para la construcción del Centro Nacional de Referencia en Materia de Rehabilitación en el antiguo curtidoiro de finales del siglo XVIII de Pontepedriña de Arriba.
En efecto, considerando la fuerte presencia de las edificaciones existentes y su potencial, se tuvo en cuenta la necesidad de hacer posible la integración del conjunto en un todo compatible. El «lugar» exige su propio orden.
En la construcción periférica que cierra el recinto con las características propias de los viejos curtidoiros tenían que alojarse los usos más compatibles con la dicha tipología sin requerir transformaciones sustanciales.
La nueva edificación que completa la edificabilidad autorizada se sitúa en el centro del recinto, junto al río que discurre siguiendo el eje longitudinal dominante en dirección norte-sur. Esta nueva construcción de naves industriales queda recogida en ambos extremos por dos cuerpos longitudinales paralelos al río. La alternancia de naves y patios permite conferirles transparencia a los espacios y compartir actividades comunes al aire libre.
La topografía exige que el curso de aguas hacia el río no sea interrumpido. Por lo tanto, la construcción se eleva respeto del nivel del terreno natural y, aprovechando la pendiente del terreno, las naves dividen su altura en dos niveles en el lado del río: el superior para aulas-taller y el inferior para el eje de comunicación, oficina técnica y vestuarios.
Las cabeceras de las naves que aparecen entre árboles sobre el muro del recinto, con su ligera construcción del cerramiento de U-glass, mantienen la dimensión y presencia industrial y dan muestra de la actividad constructora del Centro de Formación de la Construcción. Los paramentos laterales de las naves, revestidos de placas de corteza, se integran con sutileza con los lienzos pétreos. El nuevo cuerpo de almacenes de una sola planta acompaña la variada secuencia de volúmenes del viejo curtidoiro. Este largo cuerpo está cerrado en toda su longitud, para favorecer la ventilación, con puertas corredías de doble capa de tabla de madera pintadas con rojo Falun. Su escala, trazado, construcción y color resuelve la integración del nuevo y del existente. La nueva edificación se prolonga en forma de alpendre, hasta se aproxima sin llegar a tocar las antiguas naves, y configura un espacio a modo de plaza. Por otra parte, delimita otro espacio verde alrededor del pequeño bosque del extremo norte del recinto, al cual se trasladó el hórreo situado anteriormente en el centro de este. Un banco situado en el centro de la plaza, rodeando tres grandes tiestos, delimita un espacio para el descanso y el acceso peatonal a las aulas y otro para la circulación de vehículos de descarga. Los pavimentos exteriores materializan la traba entre lo existente y el nuevo, consolidando la nueva unidad del conjunto.